Monday, January 18, 2016

Policía Prado aguarda el dulce “ya, wawitay” de esa abuelita


“Ya, wawitay” (ya, hijito), señaló en quechua con voz muy apagada, pero cariñosa, la señora a la que encontró el policía Adam Prado Encinas, cuando el uniformado le dijo: “Vamos doñita, ya podemos cruzar”.

Ambos caminaron juntos, pero el lugar era muy peligroso, por el paso de las motos de la competencia y hubo un momento en que ella no pudo más y estaba a punto de desplomarse, así que él la cargó en los hombros.

Fueron decenas de metros de carrera para cruzar de un lado a otro la quebrada de Palala, sobre el río Tupiza.

La abuelita y el joven quedaron registrados en una fotografía tomada por una mujer que esperaba el paso de las motos del Dakar, y que se hizo viral en las redes sociales.

Adam Prado, de 23 años, se convirtió en héroe, fue condecorado por sus superiores y EL DEBER conoció que pidió un cambio de destino a Cochabamba, para estar más cerca de su familia, y el Comando de la Policía aceptó esa solicitud.

Pero la señora quedó en el anonimato. Ni Adam ni la Policía, ni el Ministerio de Gobierno ni el hospital de la Caja Nacional de Salud en Tupiza, donde un radiopatrulla la dejó más tarde, pudieron establecer su identidad siquiera.

El uniformado se acercó a ella y le preguntó cómo estaba, ella respondió que se sentía mal. El policía, con los conocimientos de primeros auxilios que obtuvo en la Escuela Básica de Policías, se percató a la primera de que ardía en fiebre.

La mujer le pidió ayuda para pasar al frente, que venía caminando desde lejos ya y que quería llegar a la Caja Nacional de Salud de Tupiza.
El uniformado le pidió que esperara un momento, que cuando pasaran los vehículos él la iba a acompañar. Cuando llegó el momento, le dijo “vamos”, y ella respondió “ya hijito”.

En todo ese tiempo, el policía no le preguntó ni su nombre. “Al ver que no podía caminar más, yo le dije, ‘te cargaré’.

Pero del otro lado se encontró con una negativa. “No, puedo nomás”. Sin embargo, ella dio unos cuantos pasos más y “entonces noté que estaba a punto de desplomarse. Esta vez tomé la decisión de cargarla y lo hice sin consultarle. De mi espalda te vas a agarrar fuerte, señora”. La anciana no tuvo más que aceptar las órdenes y así lo hizo.

El policía confiesa que ni se percató de la fotografía que le habían tomado. “Yo solo tenía la cabeza en la carretera y en cumplir con ese servicio”, dijo.

Corrieron y, para “nuestra buena suerte”, un vehículo patrullero estaba al frente.

La situación de la dama era difícil. Ardía en fiebre y, para colmo, Adam cuenta que cuando llegaron al frente ella no quería subirse al vehículo de radiopatrullas que estaba en ese lugar, quien sabe si por coincidencia o acción divina, define el joven.

Pero la señora ni pensaba subirse, aunque vio el motorizado. “Yo seguiré a pie desde aquí, muchas gracias”. Prado se acercó al conductor, le explicó la situación y él le respondió:“Si la señora está 03 (código policial), pues la llevamos”.

“Le avisé a la señora. Le dije que mi camarada la llevaría y pregunté hasta dónde iba a ir. Ella mencionó el hospital de la Caja Nacional de Salud de Tupiza”. No la acompañó más porque “no podía abandonar mi puesto”. Esa señora se ha convertido en una especie de angelito para el joven policía. “No supe más de ella, me gustaría saber su nombre, ir a visitarla cuando pueda, espero que pueda encontrarla algún día”, dice.

La tarde después del hecho, sintió una alerta en su celular. Alguien, desde un número desconocido para él, le envió la fotografía a través del WhatsApp. “Nunca, pero nunca se me pasó por la mente que iba a tener el efecto que tuvo en la gente y en los camaradas”. De hecho, he recibido muchas solicitudes de amistad y mensajes en el Facebook. Pero no, yo solo acepto a los que conozco”.

El subcomandante de la Policía de La Paz, coronel Abel de la Barra, señaló que no se pudo ubicar más a la señora después de que se la dejó en el centro médico. Este medio se comunicó con el nosocomio por vía telefónica y un funcionario de administración señaló que no hay registros de la señora.

Para la Policía, lo que ocurrió ese día es parte del trabajo cotidiano de los uniformados, “un trabajo que casi siempre está invisibilizado. Esto nos llena de orgullo”, aseveró

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