Tuesday, June 13, 2017

Rescatista de SAR-FAB no tenía un seguro de vida; Fiscalía investiga


Ese día de agosto, José Miguel Gómez Villalta hacía su primer paso de parada con el uniforme camuflado y la polera y el brazalete naranja. Estaba emocionado. Nora, su madre, lo apoyaba -así como lo hizo tantas veces- desde la tribuna. Era su primer año como voluntario del SAR-FAB. Desde ese día ya no le decían mostrenco. Él empezó a ser reconocido como antiguo.

El 10 de junio, Gómez debía completar el segundo módulo de cuerdas a realizarse en la zona de La Angostura. Justo cuando empezó a realizar el paso comando (transporte de un lado a otro ensillado en una cuerda), Gómez presuntamente perdió el equilibrio, quedó colgado un momento de la soga y luego cayó a tierra desde una altura aproximada de ocho metros.

De acuerdo con Ahmed Basma, comandante de la III Brigada aérea, ese instante un grupo de paramédicos lo auxilió y lo llevó a un centro médico de El Torno. Sin embargo, minutos antes de llegar al nosocomio, Gómez perdió la vida por un paro cardiaco.

José Miguel era el primogénito de Nora y Javier. Luego de él nacieron Nathaly (14) y otra hermana de 12 años. Cursaba el último año de la carrera de ingeniería civil en la Universidad Gabriel René Moreno. El pase lo ganó con méritos. Tenía las notas más altas de la promoción del colegio Andrés Ibañez, ubicado en el Plan Tres Mil.

Cuando Javier, su padre, no tenía trabajo, Gómez asumía el mando económico de la familia. Y para eso, se daba modos para generar recursos. Juan Richard, su primo, dice que el joven intercalaba sus clases con la venta de helados en tiempo de calor y de pipoca en frío; vendía ponchillos, asistía a los albañiles en todo tipo de obras y acompañaba a Nora en la venta de dulces afuera de una unidad educativa.

Una señora que fue la jefa de Gómez por algunos meses dijo que el joven era puntual con sus horarios e incluso uno de sus hijos, por la responsabilidad que él mostraba, quería llevarlo a trabajar como ingeniero en una empresa constructora.

Según Samuel, otro de sus familiares, Gómez tenía objetivos bien marcados para su futuro: Quería alquilar una tienda para que su mamá venda bajo techo y con el dinero que generara esto, quería comprar un lote y construir una casa a su familia para que dejen de vivir en alquiler. Pero esa tarde, todos estos sueños se vieron frustrados. Por esto, Juan Richard y Samuel piden una indemnización. Dicen que José Miguel era como padre y madre para su hermanas y en varias ocasiones participó del rescate de otras personas. “Ellos rescatan vidas y cuando las pierden ¿qué pasa?”, cuestionó uno de ellos.

Un servicio voluntario
Erwin Bonilla, comandante general de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) explicó la situación de Gómez y de todos los rescatistas en el país. Dijo que el postulante se acerca a esta institución de manera voluntaria y al ingresar firma un compromiso donde se somete a los propios riesgos que tiene la instrucción para rescates de personas en situaciones extremas.

Indicó que si bien no les compete cubrir con los costos funerarios, pero que lo hacen por solidaridad y por una obligación moral con el voluntario. Precisó que el paso comando forma parte de la formación para realizar rescates aéreos.

Argumentó que ayer el Estado Mayor de la FFAA ya instruyó un sumario informativo para que se investigue las causas del accidente y al final se sancione a los responsables, si es que fuese el caso.
Dijo que un general de esta unidad presidirá una comisión que dé con las causas “Por esa capacitación exigente que tienen los jóvenes es que tenemos éxito en los rescates”, expresó el general.

Entretanto, José Tarqui, fiscal que lleva el caso, indicó que la Policía ya inició una investigación de oficio y ellos, preliminarmente, también lo harán previa recolección de datos. Precisó que aún tienen 20 días para indagar y conocer si la familia suma algún elemento o no. “Había unas 50 personas cuando pasó el hecho. Veremos si fue o no accidente”, aseveró.

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