Sunday, February 12, 2017

Policía honesto se crio en las Aldeas del Padre Alfredo


Cuando tenía 6 meses de edad, el bebé chiquitano Hugo Gonzales fue llevado por las religiosas que lo estaban criando a las Aldeas del Padre Alfredo, en San José de Chiquitos, que empezó a funcionar el 11 de febrero de 1972. “Una de las madrecitas iba a visitarme hasta mis ocho años y me contó que mi madre murió durante el parto, cuando me dio a luz”, señala Hugo, que ahora es un policía de voz firme, pero que se quiebra al recordar el apoyo y los valores que le fueron inculcados por su “papá Alfredo” en la Aldea. “Para mí y para todos los que nos hemos criado aquí, él es mi papá y lo tengo todos los días en mis oraciones para que Dios lo cuide”, comenta. También recuerda a Socia Ortiz, la mamá que más tiempo lo cuidó a él y otros 13 hermanos.


A los 10 años lo trajeron junto con otros niños a las Aldeas en Santa Cruz. Años más tarde, como muchos de sus hermanos de crianza, se fue al cuartel. “Me gustó el uniforme y me presenté para ser policía”, rememora y tiene muy presente la fecha. “Fue el 18 de febrero de 1992, ya voy a cumplir 25 años de servicio, y el mismo día celebro 23 años de matrimonio”, recuerda orgulloso el sargento Gonzales, padre de dos niñas y tres varones.


Cuando visita las Aldeas, Hugo deja de ser ‘el policía’ y es uno más de quienes se han criado allí; se topa con su hermano José ‘Negro’ Mercado, quien, al igual que varias otras personas le dice ‘Masaco’. “Es que cuando era niño, era muy gordito”, explica el sargento, que se quedó con el apodo pese a que ahora tiene una figura delgada.

Un hecho que marcó su vida
En octubre de 2010, los hijos de Hugo lo veían en la tele y los periódicos y le decían que era bonito ver cómo lo distinguían por una buena acción y que les gustaría que nunca se metiera en nada malo. Gonzales fue condecorado por su honestidad, luego de que interceptara a un sujeto ebrio en un vehículo con vidrios oscuros y rechazara una coima de Bs 500.


“Cuando le dije a mi papá Alfredo que iba a ser policía, él me ayudó a comprarme el uniforme, el tolete y las botas. Yo le prometí que no lo iba a hacer quedar mal. Hoy tengo el orgullo de decir que voy a cumplir 25 años en la institución, sin ninguna baja, sin suspensión ni arrestos”, dice y recita los valores que aprendió: honestidad, responsabilidad, sinceridad y gratitud.


“Todos tenemos derecho a la equivocación, pero no al delito”, dice, y recalca que se siente orgulloso de la institución policial que le abrió las puertas. Destaca que hay buenos policías que buscan servir a la sociedad y lamenta que haya otros a quienes califica como “ingratos con la institución”

No comments:

Post a Comment