LA PREHISTORIA
En la prehistoria la extinción de incendios estaba a cargo de todas las personas del lugar donde se producía el siniestro.
En las grandes ciudades de la antigüedad contaban con personal dedicado al servicio de apagar incendios, en un papiro egipcio del año 200 a. C. se registra datos sobre esta actividad. Ya en Egipto y en Grecia se conoce de la existencia de vigilantes nocturnos cuya misión entre otras, era la vigilancia y la “voz de alarma” en ca-so de incendio o delito.
LOS COMIENZOS DE LOS BOMBEROS
En Roma en los albores del siglo III a. C. la aristocracia y los terratenientes solucionaron estos problemas instaurando los “Tresviri capitales” (o Comisarios de Policía) y los “Triumviri Nocturni” (o supervisores nocturnos), se trataban de grupos de “esclavos privados” que velaban por la seguridad privada y la vigilancia contra in-cendios, los Tresviri actuaban durante el día y los Triumviri lo hacían durante la no-che. Sin embargo, a pesar de que estos esclavos eran supervisados por comités de ciudadanos, gran parte de la ciudad carecía de estos servicios, quedando circunscritos casi siempre en las propiedades de la aristocracia. Tanto es así, que uno de los propietarios de un grupo de estos esclavos, un comerciante llamado Marco Licinio Craso, disponía de la que se conoce como la primera brigada contra incendios de la historia (los primeros Bomberos).
Marco Licinio Craso se dedicaba a comprar propiedades en el mismo momento en el que se encontraban incendiadas. Se presentaba en el lugar del siniestro, en pleno incendio, si el dueño accedía a su venta los esclavos actuaban, lo que quedaba del incendio se tasaba y era comprado, si no accedía a la venta, el dueño podía perderlo todo como consecuencia de las llamas. Esos grupos de tresviri y triumviri fueron a su vez los primeros bomberos y con mucha probabilidad los primeros pirómanos.
LOS VIGILES
Dado el escaso éxito que tuvo el servicio de esclavos privados, debido a que ser esclavo no es muy motivante para morir entre llamas (sobre todo en propiedades ajenas a las del amo), y por otro, a la propia perversión de las brigadas contraincendios (como la brigada de Marco Licinio Craso), el Emperador César Augusto creó en el año 22 d. C. las “Cohortes Vigilum” (Cuerpos de Vigilantes) compuesta por los “Vigiles Urbani” (Vigilantes de la ciudad), una fuerza pública de esclavos que sustituiría a los tresviri y los triumviri. De esta manera, los vigiles velaban por la seguridad pública y los incendios en todos los espacios de la ciudad (ya fuesen públicos o privados) y se encontraban bajo las órdenes de un Vigilum Prefecto (militar al servicio del César) además de siete Tribunos (militares con funciones políticas, elegidos por los senadores).
Los vigiles tenían como funciones las labores de vigilancia y extinción de incendios, huida de esclavos, protección contra ladrones y mantenimiento del orden en las calles (en delitos menores), de manera que disponían de armas como: cascos, garrotes, dagas y escudos. También disponían de dos “avances tecnológicos” para la extinción de incendios: primero la bomba aspirante impelente de Ctesibio (nacido en la Alejandría Griega en el siglo III a. C.) cuyo diseño fue mejorado en el siglo I d. C. por el romano Herón, por éste motivo la bomba comen-zó a denominarse bomba de “Ctesibio - Herón”. Y en segundo lugar disponían de los “Siphos”, que eran una especie de jeringas gigantes de cobre o bronce que se llenaban de agua y se podían disparar sobre las llamas a cierta distancia.
Los Vigiles al principio utilizaban villas privadas que ocupaban (expropiaban) llamadas Casernas Vigiles, luego cons-truyeron estancias propias emplazadas en los distritos que patrullaban llamadas Statio (una Unidad de Bomberos en la actualidad). Algunas cohortes, a su vez, disponían de statios más pequeñas llamadas Excubitorias (Unidad de Avanza-da de Bomberos en la actualidad).
En cuanto a equipamiento cada cohorte disponía de “Siphos”, “Hoses” (man-gueras hechas de tripas de animales que podían conectar a las bombas de “Cte-sibio - Herón”), “Dolobrae” (hacha), “Sca-lae” (escalera), “Longuinus” (lanza), “Cantones” (mantas de extinción), “Perti-cae” (pértiga) y los Amae (baldes hechos con soga entretejida). Además disponían de la red de acueductos de Roma para abastecerse, así como diversos pozos, algunos provistos de bombas de “Ctesibio - Herón”, también tenían torres de vigilancia, en las cuales se apostaban los vigiles más novatos llamados Milites, y que también hacían guardia en los diferentes pozos mencionados.
Los vigiles tenían funciones específicas:
“Sifonario”, el que manipulaba el “Sipho”.
“Acuario”, el que llevaba los baldes y manejaba la bomba de “Ctesibio-Herón”.
“Dolobrario”, el que portaba la dolobrae (el hacha).
“Longuinario”, el que manipulaba la longuinus (lanza) y el perticae (pértiga).
“Uncinarios y Falcaris”, que eran los encargados de trasladar el material y desplegarlo.
Aunque los ciudadanos libres también podían ser vigiles, aquellos esclavos que sirvieran como vigiles a los seis años alcanzaban la libertad. A partir del año 6 d. C. las Cohortes paulatinamente deja-ron de estar formadas por esclavos y pa-saron a integrarse por ciudadanos libres asalariados, a imagen y semejanza de la guardia pretoriana.
La invasión de los bárbaros, que asoló a los pueblos civilizados europeos, puso fin a esta manifestación de las socieda-des avanzadas. No obstante, en Francia subsistió hasta los últimos Reyes mero-vingios (aproximadamente siglo VIII), pa-ra luego desaparecer por completo, in-cluidos los aparatos de extinción.
BOMBEROS EN LA CIVILIZACIÓN INCA
En la civilización incaica no existían bomberos como tal, cuando se producía un incendio todas las personas tenían la obli-gación de apagarlo con tierra.
Las casas y las collcas (depósitos esta-tales) según se encontraban en la sierra o en la costa, tenían muros de piedra o de adobe y los techos en su mayoría eran de ichu (paja brava) que es un material muy combustible, por lo que los incendios em-pezaban y terminaban en los techos con-sumiendo a su vez todo lo que estuviera bajo los mismos. Los incas apagaban los incendios con tierra porque era más fácil de obtener que el agua, ya que ésta muchas veces se encontraba bastante lejos en los ríos de los valles.
LA REAPARICIÓN
Sólo en el siglo XIII se ha-llan nuevos vestigios de este servicio en Alemania, aunque era muy deficiente.
En Francia, Luis IX organi-zó en 1254 un cuerpo de vi-gilancia formado por obreros que en caso de incendio de-bían ponerse a las órdenes del preboste de París (funcio-nario público elegido por el rey). En 1371, una ordenan-za parisiense prescribía que los vecinos estaban obliga-dos a cooperar con agua en caso de incendio, bajo la pe-na (si no lo hacían), de pagar una multa estipulada de diez sueldos.
LOS PRIMEROS APARATOS BOMBERILES
En el siglo XV se conocie-ron los primeros aparatos ex-tintores, el más rudimentario fue una jeringa de metal, de gran tamaño y con un mango de madera.
Un siglo después, Jacob Besson inventó un extintor, que consistía en un recipien-te de hierro con forma de botella y que estaba montado sobre ruedas, llevaba adosa-do un cuello largo y encorva-do para que pudiera entrar en el hueco de un edificio en llamas, así el agua introducida por una especie de embudo, era empujada por una rosca, la que era movida por una manivela en la parte posterior, el aparato se fue perfeccionando sucesivamente. Con el correr del tiempo se inventaron otros más eficaces y que se manejaban con menor esfuerzo.
LAS PRIMERAS UNIDADES DE BOMBEROS
Con la aparición de elementos más efi-caces y acordes con las necesidades de aquella época, también el servicio de bom-beros se fue organizando sobre nuevas bases. En un acuerdo del Parlamento de París se determinó que todos los maestros albañiles, carpinteros y herreros de la capi-tal estaban obligados a comunicar las se-ñas de su domicilio a los comisarios de barrios para que, en caso de incendio, acu-dieran de inmediato con los obreros a sus órdenes, la transgresión de esta ordenan-za era penada con una multa. Los conse-jeros de la ciudad y las personas impor-tantes debían tener depósitos de ganchos, baldes, escaleras y cuerdas para entregar-los a la primera señal, la falta de cumpli-miento de esta disposición era multada.
DISCONFORMIDAD Y ORGANIZACIÓN
Luis XIV, que no estaba conforme con el desempeño del cuerpo de bomberos de París, en 1712 nombró director de bombas a François Dumouriez du Perrier, quien había construido en 1699 treinta bombas, basándose en el sistema del holandés Jan van der Heyden.
En 1722, Dumouriez organizó militar-mente una compañía de 60 guardabom-bas: “El Cuerpo de Guardias de Bombas”, que vestían uniformes y además se les pagaba un sueldo.
EL UNIFORME Y EL CASCO DE COBRE
En 1769 se crearon en París seis cuer-pos de guardia, cada compañía estaba constituida por 80 hombres, se reformó el uniforme y se impuso el traje azul con cue-llo negro, botones de cobre, hombreras amarillas y el casco de cobre. En 1801 se le concedió el uso de bandera y fue alojado en un cuartel propio por cuenta de la ciu-dad, tomó entonces el carácter de una moderna organización.
En 1811 se creó el cuerpo de sapeurs-pompiers (zapadores bomberos), el cual poseía ordenanza y armamento militar.
PROFESIONALES Y VOLUNTARIOS
La primera compañía de bomberos organizada militarmente en Alemania fue crea-da en Durlach en 1846 por Carlos Metz, a ella le siguió la de Berlín en 1851.
En Inglaterra, los bomberos estaban formados por voluntarios exclusivamente y el primero se fundó en Edimburgo en 1824, por iniciativa de las sociedades de seguro.
En Bolivia el acta de fundación de la Primera Compañía de Bomberos Antofagas-ta, está fechada el 4 de abril de 1875.
En la actualidad el servicio de bomberos se halla convenientemente organizado en todo el mundo. Se considera que el cuerpo más numeroso y con mejor preparación (académica, física y logística) es el de la ciudad de Nueva York en Estados Unidos.
LA TECNOLOGÍA
Los materiales de extinción que existen hoy son muchos y variados, además del camión bombero (vehículo que transporta los elementos necesarios para combatir incendios) y los aparatos hidráulicos (man-gueras, tuberías y lanzas), se emplean con éxito la nieve carbónica (que actúa por en-friamiento y por sofocación al gasificarse el anhídrido carbónico), los líquidos volátiles incombustibles (que obran por sofocación) y las mezclas frigoríficas volátiles que re-bajan la temperatura y sofocan las llamas.
El motor de una autobomba está construido de tal manera que es capaz de accionar las bombas para generar la presión impulsora del agua (las comunes pueden arrojar más de 4.500 litros por minuto), las escaleras superan los 30 metros y se pue-den extender en medio minuto, también es posible acoplar más escaleras. De todo esto, las ciudades modernas poseen siste-mas de alarma contra incendios donde al recibir la señal, los bomberos se dirigen rápidamente a cumplir con su misión.
Cristhian Jaime Titichoca Guzmán
No comments:
Post a Comment