El aserradero Fema de Quillacollo se convirtió en un infierno la noche del 23 de agosto, cuando un corto circuito en una de las maquinarias causó que las llamas se propaguen rápidamente, alimentadas por la gran cantidad de madera almacenada. El siniestro reveló que los bomberos de Quillacollo ni siquiera tienen un vehículo para llevar sus implementos de trabajo y fue necesario convocar a sus colegas de Cochabamba y a voluntarios del SAR.
El fuego comenzó a las siete de la noche en el aserradero de propiedad de Rensso Quiroga, en la avenida Tomás Bata y Blanco Galindo. Los vecinos alertaron a los bomberos, pero estos no tenían cómo atender la emergencia. Fueron necesarias unas 10 cisternas de agua para controlar las llamas que alcanzaron hasta los tres metros de altura. Cuatro cisternas fueron proporcionadas por la Alcaldía de Quillacollo y las otras seis fueron contratadas particularmente. La humareda contaminó el aire en el centro de Quillacollo. Los bomberos de Cochabamba, Quillacollo y del SAR trabajaron hasta las tres de la madrugada para enfriar el aserradero.
El alcalde del municipio afectado, Eduardo Mérida, reconoció que los bomberos de esa jurisdicción trabajan en condiciones casi de indigencia.
“En la estación ni siquiera tienen un lugar para dormir cuando están de turno y es cierto que lo único que se ha podido hacer es mandar a reparar un vehículo que recogeremos en unas dos semanas del mecánico, por la falta de repuestos”, explicó. La autoridad prometió doblar el presupuesto para equipar a los bomberos. “En el POA de 2017 están previstos 2,5 millones de bolivianos para cubrir las necesidades”, dijo Eduardo Mérida.
10 cisternas
fueron necesarias para apagar las llamas. Los bomberos de Quillacollo no tienen equipos ni vehículos.
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