Tuesday, July 28, 2015

Policía y comando SWAT: “El alcoholismo es la causa secundaria de la inseguridad”



El tarijeño Jorge Marcelo Vaca Méndez (JV) no es un jefe policial más. Basta revisar el destacado currículum vitae de este teniente coronel de la Policía Boliviana para imaginar las particulares experiencias que ha vivido.

Sin embargo, también resultan singulares las conclusiones a las que ha llegado sobre las causas que generan el delito y cómo la sociedad debe combatirlas.
En esta charla con El País Expansión Nacional (EP) Vaca recuerda esa carrera que lo sitúa en un selecto grupo de ocho policías bolivianos. También comparte sus reflexiones sobre un tiempo como el actual cuando la lucha contra la delincuencia requiere de conocimientos integrales.

EP.- Vayamos brevemente a sus inicios, ¿qué motivó a ese jovenzuelo entrerriano de los años 80 a convertirse en policía?
JV.- Yo había salido bachiller del colegio Franz Tamayo de la hermosa población de Entre Ríos, en la provincia O´connor. Entonces conocimos a un teniente que nos fue a dar una charla sobre cuál era la misión de un policía y cómo un policía tenía la posibilidad de conocer su país y su departamento. Era el teniente Wenceslao Zea O’phelan Palza, llegó a general y se jubiló hace dos o tres años. No sólo influyó en mí, sino en otros tres camaradas con los que salimos de Entre Ríos para abrazar esta carrera. No me arrepiento en ningún momento de haberla elegido. Gracias a ella he conocido palmo a palmo mi país, y también varios países de América y Europa.

EP.- ¿En qué circunstancias conoció esos otros países?
JV.- Fueron diferentes cursos y especialidades. Por el trabajo que íbamos desarrollando, grado a grado, nuestros jefes nos dieron esa oportunidad de especializarnos.

EP.- ¿En qué áreas?
JV.- Especialmente en las ramas de inteligencia, operaciones, operaciones especiales. Trabajé durante años en la lucha contra el narcotráfico, conocí todos los destinos donde se la realiza, todas sus unidades policiales.

EP.- ¿Cuáles fueron los cursos más importantes que realizó?
JV.- Inicialmente el curso “Garras del Valor”, en el Chapare; luego uno de Operaciones Antinarcóticos, en EEUU; otro de Seguridad de Dignatarios de Estado; uno sobre Administración para la Instrucción, también en EEUU. Luego realicé un curso de comandos, un curso muy especial…

EP.- ¿No es ése el célebre curso SWAT (en inglés: Special Weapons And Tactics, en español: Armas y Tácticas Especiales)?
JV.- Sí, fue un curso de mucho sacrificio. Fuimos ocho policías bolivianos y, gracias a Dios, los ocho completamos el curso, y además los ocho en los primeros puestos. Ocupamos el grado de honor, primer puesto, y los graduados distinguidos. Dejamos en alto el nombre de nuestro país y de nuestra institución.
Ingresamos 84 alumnos provenientes de todas partes del mundo. Había latinoamericanos, africanos, norteamericanos, europeos. Y sólo egresamos 58. Un curso intenso, duró 10 semanas, estaba destinado sobre todo a la lucha contra el narcotráfico y la lucha contra el terrorismo.

EP.- ¿Qué ha sido de esos ocho policías SWAT bolivianos? ¿Hay más?
JV.- De los ocho que fuimos quedamos seis. Dos fallecieron: el cuadro de honor, el capitán Bozo, y el sargento Oscar Dorado. Los otros seis todavía estamos activos, entre ellos, el Comandante Departamental de Tarija, el coronel Barrientos.
Después hubo dos oficiales que fueron también al curso de comandos y lo aprobaron satisfactoriamente.

EP.- ¿Puede relatar alguna de las experiencias que más recuerda de aquel curso?
JV.- Era de mucha exigencia. Casi cada 24 horas apenas se dormía una o dos horas, había que robarle al tiempo 5 ó 2 minutos de sueño para recuperar. También se soportaba mucha hambre. Era muy poca la comida para una tremenda exigencia física, por eso muchos empezaron a desertar.
También enfrentamos diferentes climas. Estuvimos en nevados, en el desierto, en los pantanos de La Florida, con importantes experiencias. Y finalmente vino el curso de sobrevivencia en el que durante siete días casi no se come y hay que buscarse la vida en medio de la selva para poder sobrevivir.

EP.- ¿Qué experiencias ha tenido ya en la aplicación de esos conocimientos especializados en los diferentes confines de Bolivia en el desafío del propio oficio?
JV.- Todos los cursos nos sirvieron, más que nada en las áreas de inteligencia y de planificación de operaciones. Gracias a estos conocimientos, cuando nos tocó manejar recursos humanos para intervenir en diversas operaciones no tuvimos ningún problema que lamentar. Participamos en bastantes hechos donde hubo resistencia de personas dedicadas al delito del narcotráfico, pero supimos llevarlos adelante aplicando los procedimientos correctos. Aplicamos la ley y respetamos sus derechos.

EP.- Probablemente recuerda alguna experiencia en la que haya estado en riesgo su vida…
JV.- Recuerdo que en Potosí tuvimos una vez un enfrentamiento con un delincuente que había robado un vehículo en Chile. Él estaba introduciendo el motorizado por donde habíamos instalado un control. Quiso darse a la fuga y nosotros nos movilizamos para impedirlo. Entonces recibimos impactos de bala en nuestro vehículo. Pero, luego lo capturamos.

EP.- Entiendo que a veces se siente las limitaciones de equipo u otra índole que desde hace décadas afecta a la Policía. ¿Qué me dice de esas exigencias?
JV.- Gracias a Dios, en la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico estábamos equipados con todo lo que se requiere para trabajar. En la Policía actualmente, gracias a la aprobación de la Ley 264 (de Seguridad Ciudadana), el sistema nacional de seguridad ciudadana está ayudando a mejorar las condiciones. Esperemos que en corto tiempo estemos muy bien equipados y en mejores condiciones para luchar contra el crimen.
Y gracias a nuestros camaradas, a su profesionalidad, vemos que nuestro país es todavía un país donde se puede caminar en la calle con tranquilidad, es un país seguro, donde hay esa sensación de seguridad. Claro, hay actos de criminalidad y delincuencia, pero no podemos comparar lo que pasa aquí frente a lo que pasa en otros países.

EP.- Sin embargo, es un siglo en el que surgieron nuevas formas de delitos, ingresos de delincuentes extranjeros, tecnología… Crece el peso del propio narcotráfico en el país. ¿Cómo ve ese reto para la policía de hoy?

JV.- Sin duda, la dinámica del delito va con el avance cultural. Hay nuevas formas delictivas, y nuevos métodos para enfrentarlas. En eso estamos, trabajamos con el propósito de identificar estas nuevas formas de delitos. También estamos involucrando a la sociedad para que nos colabore y nos informe sobre cualquier hecho que no sea común en nuestro país. La tecnología también trae bastantes nuevas formas delictivas. Pero también ya tenemos cursos de capacitación internos para enfrentarlas. Y pedimos también a los profesionales especialistas que nos informen sobre cualquier nueva forma de delito tecnológico que esté ingresando a nuestro país.

EP.- ¿Qué me dice sobre la violencia que se va incubando y multiplicando a nivel social, familiar, debido también a las características de los nuevos tiempos? ¿Cómo se la está combatiendo?
JV.- Ya trabajamos en la prevención. Entre otras cosas, por ejemplo, nosotros brindamos talleres basados fundamentalmente en la recuperación de valores en la familia, para reforzarlos luego en todos los niveles educativos.
Todo el mundo conoce valores como el amor, el respeto, la disciplina, la puntualidad, etc., pero desgraciadamente sólo se los tiene como un concepto, no se los practica. En los talleres, yo invito a los asistentes a que practiquen los valores. Por ejemplo, el valor del amor. En el hogar, los padres tienen que infundir ese valor a los hijos. Si el padre ama a la esposa, y ella ama al padre, entonces eso ven los niños desde pequeños, y sienten que se irradia hacia el resto de la familia. Luego eso se amplía a tíos, primos. Finalmente eso se va a traducir en un afecto hacia el resto de las personas. Entonces poco a poco se reduce la violencia dentro del hogar. Si yo amo a mi esposa, difícilmente la voy a agredir o voy a incurrir en un acto de violencia contra mi hijo. Y él igualmente no va a actuar contra sus padres o sus hermanos, y pondrán en práctica ese amor cuando sean padres o serán afectuosos con sus compañeros en la escuela.

EP.- ¿Qué otros valores destaca en especial?
JV.- Lo propio con el valor del respeto, y como se lo debe aprender desde el hogar para expandirlo a la sociedad o la disciplina, especialmente para el estudio. Y, por ejemplo, también el valor de la responsabilidad. Si yo soy responsable conmigo y con mi familia, no voy a beber, no incursionaré en el consumo de alcohol. Se ve mucho en todo el país. El consumo de alcohol resulta muy preocupante. Ya tenemos bastantes enfrentamientos por hacer cumplir la ley 259 (de Control al Expendio y Consumo de Bebidas Alcohólicas) con dueños de bares, cantinas y lenocinios. Vamos a continuar con esto porque el alcohol es la causa secundaria para un sinfín de factores de riesgo.

EP.- ¿Y cuál es la causa primaria?
JV.- La causa primaria de la inseguridad ciudadana es la falta de práctica de valores. Muchos dicen que el alcohol es la causa principal de inseguridad, pero no. Porque es alguien irresponsable el que bebe.

EP.- ¿Qué experiencias especiales ha tenido al realizar estos talleres de difusión de valores?
JV.- En nuestros talleres participan personas de todas las edades; todos, profesores, autoridades, padres de familia los escuchan. En una oportunidad en un colegio de provincia, una niña de unos siete añitos preguntó: “Coronel, ¿qué puedo hacer para que mi mamá y mi papá ya no peleen?”. Otra vez, un niño levanta la mano y pregunta: “Coronel, ¿qué puedo hacer para que mi papá ya no beba, ya no tome, todo el tiempo toma, y a veces la pega a mi mamá”. Son preguntas dolorosas, que a uno le hacen pensar cómo estarán viviendo esos niños dentro de su hogar. ¿A quién hace daño esa irresponsabilidad de los padres? Los niños aprenden con el ejemplo.

“En Potosí tuvimos una vez un enfrentamiento con un delincuente que había robado un vehículo en Chile. Quiso darse a la fuga y nosotros nos movilizamos para impedirlo”

“Otra vez, un niño levanta la mano y pregunta: Coronel, ¿qué puedo hacer para que mi papá ya no beba, ya no tome, todo el tiempo toma, y a veces la pega a mi mamá. Son preguntas dolorosas”

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