Algunos archivos de la Policía están repletos con cajas y sacos de papelitos con huellas dactilares que son sólo manchas negruzcas y fotografías de los delincuentes tomadas de una y otra manera.
Si alguna vez sufrió un robo y los investigadores llegaron a su oficina o casa para tomar huellas probablemente era sólo una formalidad. En realidad no tenían con que compararlas.
Se estima que en todo el país hay al menos 300 mil de estas fichas de registro de malhechores sin un formato estándar. Por eso, antes de pasarlas por un escáner para digitalizarlas es necesario cortar los bordes hasta dejarlas en un solo tamaño. Este es uno de los primeros pasos en una titánica tarea que -las altas autoridades esperan- llevará la investigación policial a un nivel nunca antes alcanzado.
"Es una nueva etapa. Estoy seguro que esto mejorará la credibilidad de la Policía en cuanto a la investigación porque compararemos rastros de huellas halladas en la escena del crimen con la base de datos de todas las personas que han cometido delitos en el país”, resalta el director nacional de Fiscalización y Recaudaciones (DNFR), Óscar Soliz, uno de los impulsores de este proyecto.
Se trata del Sistema Integrado de Investigación Criminal (SIIC), más conocido como AFIS Criminal, que es igual a un registro biométrico de todos los que pasaron por las celdas de la Policía: huellas dactilares y palmares, características faciales, firma digital y datos biográficos.
En el segundo piso de la DNFR, donde hace un tiempo se acumulaban expedientes desordenados, ahora se encuentra la Plataforma Multibiométrica de Investigación Criminal. Una oficina que huele a nueva donde 16 efectivos del Instituto de Investigaciones Técnico Científicas de la Universidad Policial (IITCUP) digitalizan los archivos de todo el país que les llegan en sacos de nylon. Hasta ahora han alcanzado 133.527 fichas y su misión es terminar hasta marzo del próximo año.
Detrás hay todo un proceso de restauración. Luego, del escáner la información pasa a los segmentadores, ellos dividen las huellas dactilares. Llega el turno de los asociadores que asocian los datos a la identidad de un individuo. Hasta el momento se detectó que más de un centenar de delincuentes tenían múltiples identidades.
Toda la información se almacena en un procesador ubicado en una habitación que mantiene una baja temperatura las 24 horas del día y los siete días a la semana, a la cual se accede sólo con una tarjeta. Al ingreso hay un guardia que anota a todo aquel que pase por ahí y una cámara de vigilancia que apunta directo a la puerta metálica.
Por esto, que es la primera fase del SIIC, la Policía pagó siete millones de bolivianos a Datys, una empresa cubana. El 8 de diciembre se firmó un nuevo contrato por 12,7 millones de bolivianos para la segunda fase: la instalación de 46 puntos de registro distribuidos en los nueve departamentos donde se registrarán, desde abril de 2016 los nuevos o reincidentes delincuentes.
Son equipos para capturar los datos biométricos para engrosar el archivo digital criminal. Pero según Solíz el papel no será abandonado. Se elaborará una tarjeta única de filiación, esta vez sí será de un formato estándar para todas las unidades policiales, con un código de barras para una mejor organización.
La tercera fase promete llevar la biometría en la Policía a algo similar a lo que se ve en la serie policial CSI. Se acoplará al actual sistema nuevos softwares para el registro y reconocimiento de iris, voz y ADN. Para ello aún no hay un presupuesto establecido.
Cuando el trabajo de enrolamiento de las 300 mil fichas concluya y los nuevos delincuentes sean registrados en el SIIC, será más probable que las huellas que tomen los investigadores cuando usted sufra un robo se comparen con una base de datos digital y un respaldo físico para identificar quién lo hizo.
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